lunes, 13 de febrero de 2017

Invierno

Ha sido una larga tarde triste,
de grises calles de agua,
brillantes y solitarias,
y a la deriva, como un barco de velas blancas.
De gente fugaz, como gotas diminutas,
diminutas y frías. Sin sombra.
Caminantes en este invierno frío,
hojas voladas al sur.
Me asemejo a un viajero que ha alcanzado el horizonte.
Y solo tengo cuanto ha quedado atrás,
tan lejos como la infancia,
tan efímero como la juventud.
Pasa la vida a mi lado,
y observo cada gesto, fugaz vuelo de cometa,
viajero de un tren sin paradas.
Desfila rauda la vida, ajena a mí.
Paraíso extraño al que no estoy invitado.
Te quiero imaginar, durante un instante, alegre,
apenas inconsciente.
Ocupando tu espacio en el universo,
segura y precisa, como los segundos.
Eres el aire que se eleva huidizo,
el eco de un susurro, 
el deseo de un grito.
Un paso sigue a otro paso,
dolorosamente cansados,
sin ruido. 
Se van perdiendo las calles
en brillos de agua,
incómodas e inhóspitas
como lápidas blancas.
Todo se ha vuelto blanco,
como un pasillo de hospital.
Blanco y frío. 
Es invierno.

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